Polarizando...

Cada vez que oigo algo relacionado con un polarizador, me acuerdo de unas gafas de sol de pescador polarizadas que tenía de chavalete, cuando iba a pescar con cola de rata (o mosca seca) al río que tenía cerca de casa. Cuando me las regalaron y las puse en el río aluciné, ¡¡pensaba que eran mágicas!! Podía ver el fondo del río y las piedras grandes, donde había posibilidades de que se resguardase alguna trucha al acecho...


Quien me iba a decir por aquel entonces que ahora volvería a mirar a través de un polarizador, aunque esta vez colocado en el objetivo de mi cámara. Si buscamos por internet veremos que la mayoría de la gente recomienda el polarizador de tipo circular para objetivos con auto-foco (AF), ya que dicen que puede fallar el enfoque con polarizadores lineales.
Lo cierto es que una vez que me dio por preguntar en tiendas aquí en Madrid, me decían que ya no tenían polarizadores lineales, que era raro encontrarlos y que para digital eran mejores los circulares.

No sé si tienen razón o no, pero el caso es que yo tengo un polarizador lineal, y el objetivo (Canon 17-40mm f4 L) funciona perfectamente. La persona que me lo vendió me lo recomendó porque me dijo que polarizaba más, y que funcionaría bien. Y así es, no he notado nada raro. Por si a alguien le interesa, es un PL Hoya de 77mm.


A parte de evitar reflejos, un polarizador nos ayuda a saturar los colores, algo que viene muy bien por ejemplo para el cielo, dando más vida a los colores, y a las nubes :-). La verdad es que se nota su uso, bien es cierto que con un buen procesado pueden obtenerse resultados parecidos respecto a la saturación, pero la verdad, prefiero hacer todo lo que puedo cuando hago la foto, para así evitar tener que procesar en exceso después.