Hace unas semanas, una chica checa a la que le hice una sesión de fotos aquí en Madrid, me contestaba a un correo donde yo le preguntaba algún rincón recomendable de la ciudad que mereciese la pena, y me decía que en Praga todo merece la pena. No le faltaba razón.
Esta vez voy a intentar no hablar mucho de fotografía, ya que además ha sido un viaje más turístico y no he tenido mucho tiempo de hacer fotos con calma. Trataré más de hablar de esta pequeña estancia junto a mi familia en la capital de la República Checa, tal vez le sirva a alguno para animarse a ir y no estar del todo perdido inicialmente.
Desde el aeropuerto es fácil acceder a la ciudad en autobús, en concreto el 119 te deja en el extremo de la línea A de metro (parada Dejvická). Comentar que Praga es una ciudad pequeña, y el metro no tiene nada que ver con el de Madrid, en cinco paradas estás en el centro (parada Muzeum), desde el que puedes empezar a moverte andando tranquilamente. En nuestro caso, estancia en el hotel Barceló Praha, correcto todo, limpio, buen desayuno y trato amable (y tienen gente que habla español, que siempre viene bien), para mi suficiente teniendo en cuenta que no volvía a ver la habitación hasta la hora de dormir. A unos 400 metros se encuentra el metro (línea C, parada Budejovická), que permanece abierto hasta la medianoche. Nos comentaron que hay líneas de autobuses nocturnos, pero no llegamos a utilizarlos.
Nosotros compramos la tarjeta de 72 horas para el transporte (metro, autobús y tranvía), con viajes ilimitados. Cuesta 330 coronas (unos 12 euros) y solo se valida la primera vez que accedáis al transporte, momento en el que empieza a contar el tiempo que lo hace válido. Hay varias tarifas según el tiempo a utilizar el transporte, 18 coronas para el viaje sencillo, 26 coronas para 75 minutos, etc.
La ciudad está dividida en sectores, que corresponden a los principales barrios situados a este y oeste del río Moldava. El primer día lo dedicamos a patear por el centro, desde Museum y cruzando la Plaza de Wenceslao (que de plaza tiene poco, todo hay que decirlo). Aunque antes hicimos una parada por una de las calles perpendiculares para comer algunos platos de comida "típica" checa, bien surtidos de carnes y salsas, acompañados de buenas jarras de cerveza, dejaros la dieta en casa...
Mapa en mano, fuimos callejeando de camino a la plaza más conocida de Praga (Plaza Staromestske), donde se encuentra la torre del famoso reloj. En el paseo ya se iban viendo detalles del encanto de esta ciudad, sus edificios, torres, sinagogas, merece la pena perderse un poco por las calles. Ya en la plaza, tuvimos una pequeña decepción, ya que estaba llena de puestos y un pequeño escenario donde niños representaban canciones y bailes, restando algo de atractivo a ese bonito lugar. En medio se encuentra la torre a la que se puede subir por unos 4 euros (100 Coronas), cuyas vistas merecen la pena. Nosotros subimos al atardecer, una buena hora sin duda :-)
Continuará...
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