Si no recuerdo mal, el cuarto día en New York fue uno de esos días que creo que no voy a poder olvidar nunca. Por lo pronto, recuerdo que me desperté antes de lo normal, nos habíamos acostado pronto la noche anterior pero yo ya estaba nervioso por todo lo que nos esperaba el jueves. Como no soy persona de dar vueltas en la cama, me duché, cogí la cámara y bajé un rato a la calle hasta que mi colega se despertase.
Antes de ponerme a buscar fotos decidí probar suerte en una cabina de teléfono, concretamente la de la 8ª Avenida con la W44 th (me sigue flipando la nomenclatura de las calles, creo que se nota bastante ¿no? :-D), cual personaje de Los Soprano, no me la podía jugar con mi móvil, no sea que los de Yoigo interviniesen la llamada y me cobrasen un ojo de la cara...
Tras marcar doscientas veces los veinticinco números de la puñetera tarjeta, conseguí realizar la llamada, seis horas de diferencia con España, 10$ de saldo que volaron enseguida, pero que merecieron la pena...
Después de hacer alguna que otra foto, seguir flipando con todo lo que veía y seguir pensando que en cuatro calles estaba haciendo más fotos que nunca, desayunamos en un "diner" americano, tortitas con sirope, bacon y un café largo (lo que menos me gustó el café, por cierto), y nos dirigimos al metro, siguiente parada, Wall Street.
Antes de ponerme a buscar fotos decidí probar suerte en una cabina de teléfono, concretamente la de la 8ª Avenida con la W44 th (me sigue flipando la nomenclatura de las calles, creo que se nota bastante ¿no? :-D), cual personaje de Los Soprano, no me la podía jugar con mi móvil, no sea que los de Yoigo interviniesen la llamada y me cobrasen un ojo de la cara...
Tras marcar doscientas veces los veinticinco números de la puñetera tarjeta, conseguí realizar la llamada, seis horas de diferencia con España, 10$ de saldo que volaron enseguida, pero que merecieron la pena...
Después de hacer alguna que otra foto, seguir flipando con todo lo que veía y seguir pensando que en cuatro calles estaba haciendo más fotos que nunca, desayunamos en un "diner" americano, tortitas con sirope, bacon y un café largo (lo que menos me gustó el café, por cierto), y nos dirigimos al metro, siguiente parada, Wall Street.
Desde ahí nos dimos un paseo hasta el muelle, pasando justo al lado de donde salen los helicópteros para sobrevolar Manhattan, esta vez no pudo ser, 150 euros por 10 minutos escasos de vuelo, tal vez para la próxima visita a New York...
El magnífico día que pasé aquel día, para próximas entradas...
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