Una de las buenas cosas que tiene mi actual trabajo es el horario de los viernes, disponer de la tarde libre es algo que se agradece mucho al final de la semana. Este viernes pasado tenía ganas de quitar el mono fotográfico y recuperar aquella vieja costumbre de llevarme la cámara al trabajo para salir a hacer fotos por Madrid.
Mi idea inicial era dirigirme a la zona de "Madrid Río", según me han contado, con posibilidades fotográficas. Pero al final me quedé por los alrededores de mi trabajo. Normalmente después de comer nos damos un paseo y a veces ves rincones que pueden ser interesantes, pero no es lo mismo hacer la foto con un móvil que con la cámara...
En uno de estos rincones, un pequeño pasadizo que da a un patio interior, estuve charlando unos minutos con el personaje que aparece caminando en la imagen. Me contaba lo mucho que le gustaba la fotografía, que hacía más de veinticinco años que lo había estudiado, y que para él la fotografía solo existía en blanco y negro, "el color le quita vida a las fotos" me comentaba.
Tras ese pequeño espacio de tiempo, nos estrechamos la mano y deseándome suerte en la jornada, se despidió, con sus zapatos gastados, su pantalón remendado y su corbata bien anudada, caminando bajo el pasadizo hacia su mundo en blanco y negro.
Mi idea inicial era dirigirme a la zona de "Madrid Río", según me han contado, con posibilidades fotográficas. Pero al final me quedé por los alrededores de mi trabajo. Normalmente después de comer nos damos un paseo y a veces ves rincones que pueden ser interesantes, pero no es lo mismo hacer la foto con un móvil que con la cámara...
En uno de estos rincones, un pequeño pasadizo que da a un patio interior, estuve charlando unos minutos con el personaje que aparece caminando en la imagen. Me contaba lo mucho que le gustaba la fotografía, que hacía más de veinticinco años que lo había estudiado, y que para él la fotografía solo existía en blanco y negro, "el color le quita vida a las fotos" me comentaba.
Tras ese pequeño espacio de tiempo, nos estrechamos la mano y deseándome suerte en la jornada, se despidió, con sus zapatos gastados, su pantalón remendado y su corbata bien anudada, caminando bajo el pasadizo hacia su mundo en blanco y negro.
Mi cámara estaba lista, justo un minuto antes había hecho una foto de prueba, volví a dejarla en el suelo, libre, sin ningún ojo que la guiase, y disparé.
Una foto, una historia, un recuerdo en blanco y negro de un viernes y 13 cualquiera...
2 comentarios:
Muy buena pero tambien su descripción.¿No pensaste nunca en escribir?
Ya sabes tú que a mi siempre me fueron los "botoninos" :-)
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